Qué hacer en las Azores

1. Bañarse en aguas termales

Las fuentes termales se concentran alrededor de Furnas, el espectacular valle geotérmico de Sao Miguel. Las aguas hirvientes burbujean en la superficie y los géiseres expulsan vapor y humo al aire. Los poderes terapéuticos y curativos de estos manantiales se aprovechan en piscinas a 40 grados, a las que se accede por un módico precio. En el Parque Terra Nostra, los jardines botánicos tropicales enmarcan la famosa piscina termal circular. Otra opción es la Poca da Dona Beija, que consta de cinco fuentes termales y que te permiten un chapuzón al atardecer. Si vas con el tiempo justo, siempre puedes apuntarte a alguna de las excursiones de un día a los manantiales del lago de Furnas que cubren todos los puntos destacados.

2. Explorar una cueva

La cueva de Algar do Carvão es absolutamente única e impresionante. Y es que, al parecer, solo se pueden encontrar cuevas similares en Islandia. Para hacer esta visita deberás subir hasta la cima, donde hay un pequeño centro de visitantes. Hay que pagar unos 8 euros para entrar o 12 si quieres la entrada combinada con la Gruta do Natal. ¡Ojo! La Gruta do Natal no es una cueva de verdad, sino un túnel de lava. Es menos espectacular que el Algar do Carvão, pero sigue siendo impresionante ver cómo los flujos de lava han creado inmensos túneles. Pero volviendo a la cueva... esta tiene 90 metros de profundidad y en el fondo hay un lago formado por agua de lluvia. Dependiendo de la época del año puede estar vacío o lleno (hasta 14 metros de altura). El agua es cristalina y la vista es impresionante. CONSEJO: La cueva es muy húmeda todo el año y el agua gotea continuamente del techo. Un chubasquero puede ser útil. Además, asegúrate de llevar algo de abrigo, ya que abajo hay unos 14 grados.

3. Avistamiento de ballenas

En las aguas ricas en nutrientes de las Azores hay más de dos docenas de especies de ballenas, así que no se trata tanto de "si" como de "qué". Es fácil dar con cachalotes, rorcuales comunes, rorcuales aliblancos y calderones. Desde el barco podrás ver el chapoteo de sus colas y los chorros de agua que brotan de sus espiráculos. En caso de que la búsqueda resulte infructuosa, la mayoría de los operadores ofrecen una segunda salida gratuita.

4. Disfrutar (o bañarse) en sus playas

Sería un pecado visitar estas islas paradisíacas sin contemplar sus costas. Las playas son únicas, ya que, como muchas otras atracciones naturales de las Azores, presentan características que son el resultado de su formación volcánica. No hay muchas playas largas y extensas, sino más bien pequeños rincones flanqueados por imponentes acantilados y llenos de arenas rocosas, oscuras y negras. Hay tantas playas en las Azores que tardarías días en visitar todas las que hay en una sola isla. Por lo que si tu prioridad es ir a la playa, te recomiendo elegir algunas y planificar un itinerario. En este caso no te pierdas mi guía con las mejores playas de las Azores, que además, viene con un mapa.

5. Caminatas y trekking

Con numerosos e impresionantes senderos en todas las islas, el senderismo es una de las razones principales por las que muchos viajan a Azores. Una de las mejores islas para hacer trekking es São Jorge, una isla larga y delgada en forma de cresta que se adentra dramáticamente en el océano Atlántico. Los azorianos tienen una palabra específica para designarlas: "faja". La faja describe la parte plana de la tierra que se une al océano, normalmente formada por derrames de lava que se enfrían al contacto con el agua. Hay un montón de rutas de senderismo para hacer en las Azores, pero quiero destacar las siguientes:

Fajã dos Cubres

La más famosa e impresionante es la Fajã dos Cubres, que presenta una zona lacustre separada del océano por una ligera extensión de tierra. Alcanzable por el sendero PR1, que parte de Serra do Topo, es una de las muchas rutas fantásticas que encontrarás en la exuberante isla de Sao Miguel.

Sete Cidades

Si has estado viendo fotos de las Azores, es muy probable que en alguna de ellas aparezca el emblemático lago azul y verde de Sete Cidades. El lago tiene forma de 8, por lo que parece que hay dos lagos: una mitad es verde y la otra azul. Aquí hay unos senderos muy bonitos que rodean el lago. También se puede subir a dos miradores espectaculares, Vista do Rei y Boca do Inferno, este último es el más fácil.

Capelinhos

Si te apetece caminar por un paisaje más extraterrestre, te recomiendo Capelinhos, en la isla de Faial. Mientras que la capital de la isla se llama Horta (que se traduce como "huerto" por su verdor), este lado de la isla es de polvo oscuro, roca roja y decididamente más sombrío. A causa de una intensa erupción que duró 13 meses en 195, que a su vez provocó la emigración de miles de azorianos a Estados Unidos, esta parte de la isla fue totalmente remodelada y ampliada.

6. Subir al Monte Pico

Con sus 2.351 metros de altura, el Monte Pico (en la isla del mismo nombre) no es solo el punto más alto de las Azores, sino de todo Portugal. El cráter del estratovolcán ofrece vistas panorámicas, con fumarolas que liberan vapor y calor en la cima. Un número limitado de escaladores diarios debe inscribirse (es posible hacerlo por Internet con antelación), pagar la cuota y recoger un localizador GPS en la Casa da Montanha. No obstante, es aconsejable hacer la ruta con un guía acompañante. En verano, es posible realizar excursiones nocturnas, mientras que el frío del invierno y el mal tiempo limitan el acceso.

7. Visitar los viñedos

Convertir la roca volcánica en vino no es una hazaña fácil, como demuestra el hecho de que la "Cultura del Viñedo" de Pico haya sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Muros de piedra basáltica negra encierran cientos de currais, pequeñas cuadrículas de viñas que de alguna manera han florecido, resistiendo el viento y las condiciones desfavorables desde el siglo XV en este terreno único. El Museu do Vinho do Pico es un lugar excelente para comenzar la visita y degustar las variedades más destacadas: Arinto, Terrante y Verdelho. Para profundizar en el patrimonio vinícola de Pico, siempre puedes hacerte una visita guiada con degustaciones en alguna de sus bodegas.

8. Pasear por los campos de té

¡Del vino al té! Y puede que te preguntes... ¿En Azores hay plantaciones de té? ¡Pues sí! De hecho, Chá Gorreana es una de las pocas plantaciones de té de Europa. Evidentemente, los campos son más pequeños que los de Malasia, India o Sri Lanka, pero merece la pena visitarlos. Precisamente por su pequeño tamaño se obtiene una buena imagen del proceso manual de recolección de las hojas de té y como se procesa.

9. Surfear en las Azores

En las Azores se puede surfear durante todo el año, pero la mejor época es en primavera y otoño. Los surfistas experimentados disfrutan de las condiciones invernales, más exigentes, mientras que los principiantes apreciarán el oleaje estival, que es mucho más suave. La mejor playa de las Azores para surfear es Praia do Areal, en Sao Miguel, sede de la fase de clasificación europea de la Liga Mundial de Surf. La playa de Faja do Santo Cristo, en Sao Jorge, también un paraíso para el bodyboard.

10. Ver géiseres en acción

Otra actividad super chula que hacer en las Azores son los géiseres humeantes de Caldeira das Furnas. Este pedazo de tierra alberga varias ollas volcánicas humeantes e hirvientes. Además... Las calderas se utilizan para preparar plato típico de la región, el Cozido das Furnas, que es una especie de guiso. Después de admirar los humeantes géiseres, puedes darse un chapuzón en las aguas termales.

11. Barranquismo por las cascadas

Una de las actividades al aire libre más extraordinarias que se pueden hacer en las Azores es buscar, nadar y hacer barranquismo en las cascadas. Desde pequeños saltos panorámicos hasta caídas verticales, la isla de Flores no se queda corta en cuanto a cascadas. De hecho, quizás debería llamarse isla cascada. Hay numerosas esparcidas por la densa vegetación de la isla, siendo Poço Ribeira do Ferreiro y Poço Ribeira do Ferreiro quizá las más impresionantes. También se puede practicar barranquismo en el Parque Natural de Ribeira dos Caldeirões, en São Miguel. Además, hay para todos los niveles y el precio es bastante asequible.